Nov 12, 2006

Bibliotecarios Anchos o Profundos

Bibliotecarios: ¿Anchos o Profundos?
Una profesión en la encrucijada

por Wenke Adam, asesora, Valparaíso

wenkeadam@gmail.com

Presentado en la XI Conferencia Internacional de Bibliotecología

Santiago, 29 oct 2006

Palabras clave: Formación de bibliotecarios; Brecha digital; Economía del conocimiento; Especialización profesional


Origen de este trabajo
¿Somos comparables?
El debate sobre el futuro de la profesión es global
El debate europeo
Evolución de la formación nórdica
Explicando las diferencias
Diversidad y conocimiento del área
¿Cuántos bibliotecarios se necesitan? ¿Y para hacer qué?
Situación de las bibliotecas públicas noruegas
Bibliotecarios del sector privado danés
La bibliotecología - ¿Oficio, profesión o disciplina académica?
Los peligros del cambio formal
¿Qué es una biblioteca hoy - y qué será mañana?
Cambio de mentalidad - la sociedad del conocimiento
¿En qué somos especiales los bibliotecarios?
¿Cómo conseguir el reconocimiento social de la profesión?
El largo proceso de digitalización de las mentes
Conclusión
Fuentes consultadas

Origen de este trabajo
Esta ponencia nace del interés que despertó en mi un debate que se viene desarrollando desde el año pasado en la carrera de Bibliotecología de Noruega (donde me formé) sobre las diferencias de perfil que hay entre los bibliotecarios noruegos y daneses. He acompañado ese debate en blogs y artículos publicados en la Web, generalmente en idioma noruego, y tuve la oportunidad de intercambiar ideas al respecto con varios colegas noruegos en Oslo en agosto de este año. Agradezco en forma particular a los profesores Tord Hoivik y Ragnar Audunson, que en sus textos presentan los problemas de una forma excepcionalmente clara. He tamizado este debate con mis propias experiencias y reflexiones sobre el asunto, para destacar lo que me parece más relevante para Chile.

En este texto uso propositadamente el término "bibliotecarios" y no "bibliotecólogos" por parecerme más universal. "Bibliotecólogo" me suena a "podólogo", y a final de cuentas, nuestra asociación gremial es Colegio de Bibliotecarios de Chile, no Bibliotecólogos ¿o no? Por si alguien se pudiera ofender por esas cosas del género, aclaro también que uso el término "bibliotecario"en su versión genérica terminada en "o", teniendo claro que se trata siempre de ellos y ellas, y tanto en Chile como en Noruega mayoritariamente de ellas.

¿Somos comparables?

Aunque la realidad social de los países escandinavos pueda parecer bastante distante de la chilena, basta con que guardemos las debidas proporciones en lo que se refiere a los recursos disponibilizados, y veremos que el debate nórdico es perfectamente relevante también para Chile.

Por un lado somos países relativamente pequeños, consumidores más que creadores en lo que se refiere a metodologías y tecnologías de punta. Nuestro ritmo de desarrollo no necesariamente anda al paso de los países anglosajones, que son los que aún dominan en la innovación.

Por otro lado, el fenómeno que enfrentamos nos afecta a todos por igual: vivimos en la era de la transición del documento de papel al documento digital. Esto transforma radicalmente las funciones de las bibliotecas y el quehacer de los bibliotecarios donde quiera que se encuentren. Y nuestros usuarios, por su lado, tienen un nivel educacional cada vez más alto y nos plantean cada vez mayores exigencias.

El debate sobre el futuro de la profesión es global

El debate sobre el futuro de nuestra profesión no es nuevo ni es exclusivo de Chile.
La Bibliotecología es una actividad basada en tradiciones y prácticas que se desarrollaron a lo largo de varios siglos, durante los cuales el eje central de nuestro quehacer fue el documento de papel. Y ahora que la tecnología digital tiende a dominar en todo el ciclo de producción, sistematización, distribución y consumo de información, nos encontramos todos ante una encrucijada fundamental: ¿En qué dirección deberá ir la formación y el perfeccionamiento profesional de los bibliotecarios? ¿Hacia lo ancho - con una gran amplitud y variedad de conocimientos y habilidades en el área cultural y educacional, para que podamos mejor servir de guía para los usuarios en un mar de información - o hacia lo profundo - con una mayor especialización en los aspectos teóricos y tecnológicos de la sistematización y gestión de información en el mundo digital, para mejor poder armar los sistemas de información que los usuarios necesitan?

El debate europeo

Debates de este tipo tienen lugar en muchos países desde hace varios años y no han llegado aún a su fin. Por otro lado, en el mundo globalizado el tema de las equivalencias entre el contenido de las formaciones y la designación de los grados académicos también se hace urgente. La Unión Europea, por ejemplo, pretende llegar al año 2010 con un sistema integral de equivalencias de grados académicos y contenidos en todas las carreras del nivel terciario, la llamada "Iniciativa Boloña". La Asociación Europea de Formación e Investigación en Bibliotecología y Ciencias de la Información - EUCLID - reune a las instituciones de enseñanza superior que dan formación en esta área para tratar de llegar a un consenso sobre una malla curricular común mínima en las carreras de Bibliotecología y Ciencias de la Información que las haga comparables y permita establecer equivalencias entre países e instituciones. Por su parte, los estudiantes de bibliotecología y ciencias de la información de Europa organizan un simposio anual llamado BOBCATSSS para discutir los mismos temas. En EUCLID hay 12 grupos de trabajo internacionales dedicados al asunto, lo que da una indicación de la complejidad que ha ido adquiriendo nuestra área de actividad en los últimos años.

Evolución de la formación nórdica

Hace veinticinco años atrás, cuando yo me recibí de bibliotecaria en Noruega, la formación allí era muy similar a la de Dinamarca: era un curso profesional de tres años, intensivo, con un buen equilibrio entre teoría y práctica y con varias líneas de especialización que abarcaban desde las bibliotecas públicas y escolares hasta las de investigación e industriales. Para dirigir bibliotecas académicas en esa época se exigía además un curso universitario de por lo menos dos años en la área específica de la biblioteca en cuestión - ciencias sociales o ciencias biológicas, por ejemplo. El año en que yo egresé, se iniciaba recién el Magister en Ciencias de Información, de contenido netamente informático. Suecia, por su parte, tenía una formación más simple, con solo dos años de especialización en bibliotecología, ya que casi todas las bibliotecas suecas, de cualquier tipo, estaban organizadas según el mismo sistema de catalogación y clasificación.

Con el pasar de los años este panorama fué cambiando. Los bibliotecarios suecos se fueron acercando al modelo noruego/danés de entonces mientras que los daneses y los finlandeses se han ido metiendo con más fuerza en las tecnologías de información y comunicación. Los noruegos por su lado, han enriquecido sobre todo los aspectos culturales, literarios y pedagógicos de la profesión, tendiendo hacia un perfil polivalente. La formación en Noruega sigue manteniendo el curso profesional de tres años - nivel equivalente a bachillerato - al que se le agregan el magister de dos años y el doctorado de tres. En Dinamarca el esquema es similar, con la diferencia de que para ejercer como bibliotecario autorizado se exige un semestre adicional al bachillerato, en el cual se realiza un proyecto de investigación o se desarrolla un servicio de información específico ligado a alguna empresa o institución.

Con poblaciones y economías comparables, son notorias las diferencias que se dan hoy en el panorama laboral de ambos países, sin embargo:

Actualmente, en Noruega,

* el título de "Bibliotecario" no está protegido y en la práctica sólo en las bibliotecas públicas de mayor tamaño se exige que el director tenga título;
* las postulaciones a la carrera se han reducido a la mitad desde los años noventa, lo que significa que ahora se aceptan candidatos con puntajes más bajos;
* se ha reducido el número de plazas de 130 a 110 por año;
* la cesantía entre los bibliotecarios aumentó 50% entre 2004 y 2005;
* hay muy pocos anuncios de vacantes para puestos de trabajo a tiempo completo;
* el Oslo College abre nuevas carreras paralelas en áreas tales como archivística, museología y medios digitales, donde las perspectivas de empleo se estiman ser mejores, aunque sea prematuro evaluar el impacto que puedan tener.

En cambio, en Dinamarca,

* el título de "Bibliotecario" está protegido;
* las bibliotecas públicas más pequeñas se funden para reforzar el ambiente profesional de sus funcionarios;
* un número cada vez mayor de bibliotecarios (1/3 del total) opta por una formación a nivel de magister ;
* la mitad de los egresados son absorbidos por las empresas.

Explicando las diferencias

Sería tentador concluir que este panorama se debe a que los bibliotecarios daneses hicieron la elección más acertada concentrando su formación en los aspectos técnológicos profundos, mientras que los colegas noruegos salieron perdiendo con su inclinación por el perfil ancho y humanista.

Sería tentador, pero simplista, porque la realidad suele ser bastante más compleja y un factor importante del reconocimiento social obtenido por los colegas daneses ha sido la larga y activa lucha unitaria que dieron sus asociaciones de bibliotecarios por el reconocimiento de la profesión - proceso que en Noruega no ha alcanzado la misma intensidad ni nivel de unidad.

Otro factor importante lo constituye la geografía: con poblaciones de tamaño comparable, Noruega tiene un territorio diez veces mayor que Dinamarca y está profundamente surcado por montañas y fiordos, cuando Dinamarca es plano. Con centenas de pequeños pueblos aislados unos de los otros, se comprende que el modelo del bibliotecario/agente cultural polivalente noruego haya sido dominante: trabajando como bibliotecario en la mañana, profesor primario suplente en la tarde y animador de veladas culturales por la noche y en el fin de semana, son muchos los profesionales noruegos que hacen su sueldo a partir de dos o tres fuentes parciales de este tipo, y que consideran a este modelo útil para ampliar su empleabilidad en un mercado laboral incierto.

Diversidad y conocimiento del área

¿Cuál camino, entonces, será el mejor para nosotros? ¿La "anchura" o la "profundidad"? Probablemente se trate de una dicotomía falsa: La mayoría está de acuerdo, evidentemente, en que necesitamos un abanico de profesionales con perfiles diferentes, con algunos que tengan más de esto y otros con más de aquello, con niveles menores o mayores de especialización, según la situación. Pero lo cierto es, que para empezar a opinar sobre el perfil y la formación de los bibliotecarios del futuro necesitamos datos concretos y conceptos claros. Por eso, me detendré en las ideas que se manejan en el debate nórdico en relación a lo que es la profesión y lo que son las bibliotecas.

¿Cuántos bibliotecarios se necesitan? ¿Y para hacer qué?

Debemos investigar y dimensionar la perspectiva del mercado: ¿cuántos bibliotecarios se necesitan realmente? ¿Y para hacer qué? El profesor Tord Hoivik saca unas cuentas a ojímetro y calcula que en Noruega debe haber unos unos 2.500 bibliotecarios profesionales en total. Estimando que la gente se mantiene profesionalmente activa unos 25 años, la necesidad de reposición sería de unos 100 por año, lo que se reflejaría adecuadamente en el número de estudiantes que egresan anualmente.

Sin embargo, el mercado laboral se está achicando. Qué es lo que pasa?

Situación de las bibliotecas públicas noruegas

En el debate noruego la posición de las bibliotecas públicas ha dominado durante años ya que una ley de 1985 establecía que todas las bibliotecas públicas del país, independientemente de su tamaño, debían estar dirigidas por bibliotecarios profesionales. Esto creó grandes expectativas de aumento de puestos de trabajo, e influyó en la malla curricular de bibliotecología. Sin embargo, en la práctica la ley solo se concretizó en un aumento modesto de puestos en las comunas grandes y medianas, pero no en las 160 comunas con menos de 3.000 habitantes, donde probablemente no se justificará contratar profesionales en el futuro tampoco.

Por su parte, las tendencias prevalecientes en el mundo globalizado indican que cada día que pasa se restringen más los presupuestos para asuntos sociales y culturales, exigiéndose una mayor productividad y eficiencia, según la lógica del mercado. No es probable, por lo tanto, que vaya a aumentar en el futuro el número de puestos de trabajo para profesionales con este perfil, a no ser que se produzca un cambio radical en la estructura institucional del país, sobre todo a nivel municipal, como por ejemplo que se creen más instituciones polivalentes de tipo escuela-biblioteca-centro cultural, donde trabajen bibliotecarios de perfil también polivalente.

Bibliotecarios del sector privado danés

Veamos lo que está pasando en el sector privado: Según una encuesta realizada en Dinamarca, donde un 50% de los bibliotecarios que egresan son absorbidos por empresas e instituciones privadas, sus funciones suelen estar estrechamente integradas en la actividad central de la entidad. Sus tareas incluyen la recopilación, sistematización, distribución y actualización de información interna y externa crucial para la empresa; y es característico que esta información, por lo dinámica que es, se maneje principalmente en formato digital y que los bibliotecarios por eso mismo trabajen codo a codo con los informáticos de la entidad, como parte del mismo equipo de facilitadores del acceso a información. Se espera de ellos además que sean dinámicos, flexibles y con iniciativa, que trabajen bien en grupos multidisciplinarios y que se dinamicen a si propios, que vivan preocupados de impulsar y poner en marcha mejoras e innovaciones en los servicios que ofrecen.

Esto se explica por el impacto que tiene el actual paso a la "economía del conocimiento", en que las empresas se tienen que mantener permanentemente al día en relación a lo que sucede a su vuelta - o mueren.

Ante esta situación cabe preguntarse: ¿Será que los bibliotecarios noruegos actuales, con su perfil de agentes culturales "anchos", están a la altura de responder al desafío del sector privado?


La bibliotecología - ¿Oficio, profesión o disciplina académica?

Decimos que somos profesionales, que la bibliotecología es una profesión. Ahora bien, las profesiones son categorías de actividad social que para su buen desempeño exigen educación formal y conocimientos teóricos relativamente profundos acompañados de habilidades prácticas de un alto grado de complejidad. En esto las profesiones se diferencian de los oficios, donde la práctica y la experiencia es mucho más importante que los conocimientos teóricos. Pero además de esto, las profesiones son actividades de utilidad reconocida por la sociedad, que otorga a los profesionales de una determinada área (por ejemplo, médicos, abogados, ingenieros) el monopolio para ejercer la actividad, a cambio de un compromiso ético y una garantía de calidad por parte de los colegios profesionales y de las instituciones de formación.

Las profesiones, al igual que los oficios, nacen, se desarrollan, se consolidan y declinan a lo largo del tiempo, siguiendo la evolución tecnológica de la sociedad. Las profesiones solo reciben el reconocimiento social - y por ende el privilegio para su ejercicio en exclusividad - en su etapa madura, consolidada. En el sentido sociológico, la bibliotecología es aún una profesión muy reciente, y no se ha producido aún el reconocimiento social universal de su carácter de especialidad con derecho a monopolio. Y no son los profesionales los que deciden cuándo una profesión llega a ese nivel: lo hace la sociedad en su conjunto, basándose en las necesidades impuestas por el nivel de desarrollo y en los méritos de los miembros del grupo profesional. Hay que añadir que incluso así, sólo se conseguirá el reconocimiento después de arduos trabajos y largas luchas, y sólo si el nivel de especialización de la actividad lo justifica.

Las profesiones tampoco están definidas de una vez por todas: se pueden consolidar y perfeccionar a lo largo del tiempo, pero también va cambiando periódicamente su contenido (como vemos por ejemplo en la cantidad de tareas que han pasado de ser exclusivas de los médicos a ser casi exclusivas de los enfermeros). Y no podemos olvidar que las profesiones también pueden decaer y terminar diluyéndose en otras, porque sus practicantes tradicionales no son capaces de adaptarse a los cambios sociales y tecnológicos que afectan a su área. Una de las más recientes luchas por exclusividad profesional se dió internacionalmente entre periodistas y tipógrafos, en los años setenta y ochenta, cuando se automatizaba el mundo de la impresión. Los tipógrafos porfiaban en que sólo ellos tenían el derecho de montar las páginas de los diarios, mientras que los periodistas y los jefes de redacción se reían y les pasaban el tractor del progreso por encima, escribiendo artículos y diagramando páginas directamente en los softwares de procesamiento de texto. Finalmente, la mayoría de los tipógrafos que sobrevivieron, lo hicieron porque se reciclaron, transformándose en diseñadores y diagramadores digitales o en impresores offset, mientras que el resto simpemente se quedó cesante y tuvo que cambiar de área de actividad.

Las disciplinas académicas, por su lado, son cuerpos de investigación científica que desarrollan y prueban teorías y metodologías de carácter general relacionadas con una área de conocimiento. En nuestro caso, la evolución histórica ha sido desde la actividad empírica del bibliotecario/archivero artesanal hacia la profesión teórico-práctica de bibliotecólogo y de allí a la disciplina académica de las ciencias de la información, que se centra en estudiar cómo los seres humanos producimos, diseminamos y adquirimos información en general, y en producir teorías y metodologías al respecto.

Los peligros del cambio meramente formal

La bibliotecología, como profesión específica de gestión de bibliotecas (sean ellas digitales o de papel, físicas o virtuales), se alimenta de las ciencias de la información y vice-versa, pero hay otras profesiones que también lo hacen. Por eso, cuando el prestigio social del bibliotecario declina, y se le agregan etiquetas que nos parece que suenan mejor, tales como: "Bibliotecólogo" o "Licenciado en Ciencias de la Información", el proceso enfrenta varios peligros: Por un lado, está el riesgo de que tras el título se oculte simplemente el mismo contenido de siempre, induciendo en error a quien crea que el nuevo título significa un nuevo profesional. Por otro lado, el "glamour" de las materias novedosas y atractivas de las ciencias de la información, si se incorporan a la malla curricular, puede hacer con que se les reste importancia a las herramientas básicas de la organización y recuperación de información en el mundo real, creando un profesional de mayor vuelo teórico pero menor capacidad o calidad de ejecución. (La actitud: ¿catalogación? ¡Buaj!).

¿Qué es una biblioteca hoy - y qué será mañana?

En su definición más simple, lo que justifica la existencia de la biblioteca como institución, hoy como ayer, y ciertamente que mañana también, es la necesidad de recuperar y reutilizar documentos públicamente accesibles.

La biblioteca del futuro será principalmente digital, eso ya se está viendo. Pero nuestros métodos de trabajo, nuestras rutinas y conceptos continúan sólidamente anclados en el mundo de papel del siglo pasado. El proceso de cambio se ha iniciado, pero no ha avanzado mucho aún. Entre los bibiotecarios perdura la idea de que la web es un complemento de nuestra actividad y no una parte constituyente del concepto mismo de biblioteca.

Los usuarios de hoy son personas cada vez más educadas, que se integran al mundo digital de muchas maneras en su vida diaria. El usuario continúa a desear acceso amplio y gratuito a la información. Pero tiene cada vez menos necesidad de acudir físicamente a las bibliotecas, ya que espera encontrar una buena parte de la información que necesita a través de su PC. Quiere tener acceso a la información 24 horas por día, 365 días por año, y espera tener acceso a un número creciente de servicios nuevos, que solo son posibles en un mundo digital, como por ejemplo el servicio de Amazon que nos informa que "otras personas que eligieron este libro, también seleccionaron...". Muchos usuarios empiezan a echar de menos reseñas online de los libros de la biblioteca física, para orientarse antes de elegir.

Esto no significa que la biblioteca física esté condenada, sino que debe redefinir sus tareas y funciones. Una serie de servicios tradicionales se van trasladando a la Web. La biblioteca física es nuestro lugar de visita local, la biblioteca virtual la visitamos desde cualquier lugar.

No todas las bibliotecas futuras serán exclusivamente digitales. Pero será más fácil imaginar el futuro tomando como punto de partida la biblioteca virtual y digital. Las bibliotecas digitalizadas, al igual que las físicas, se dedican a desarrollar sistemas, montar colecciones, adquirir, codificar, evaluar y descartar documentos, asesorar a los usuarios y diseminar información - pero lo hacen todo através de la web y usando herramientas lógicas nuevas.

Cambio de mentalidad - la sociedad del conocimiento

Tenemos que convencernos de que estamos ya viviendo en la era del conocimiento donde la información electrónica juega un papel esencial. Esto exige pensar de una forma nueva. En efecto, si nos detenemos a pensar en ello, en este momento prácticamente toda la producción mundial de textos nace, circula, se almacena y se recupera en formato digital. El documento impreso es apenas una versión subsidiaria, eventual, que puede o no darse, según el caso. De aquí a 10-15 años se estima que la inmensa mayoría de las publicaciones científicas existirán solamente en medio digital.

Si bien es verdad que el documento en papel puede parecer hoy la forma más conveniente para el usuario al momento de la lectura, tenemos que reconocer que la llegada del papel electrónico o tablilla individual de lectura, a precio razonable, es sólo una cuestión de tiempo.

Y si nuestra labor central continúa siendo la de sistematizar y ayudar a seleccionar material relevante para determinados grupos de usuarios, esto significa también que desde ya, y inexorablemente en un futuro bastante próximo, tendremos que saber hacerlo digitalmente, todos, de principio a fin.

¿En qué somos especiales los bibliotecarios?

El profesional con perfil de bibliotecario público, agente cultural y promotor de la lectura, compite con todo tipo de personas, profesionales o no, que también son capaces de administrar bibliotecas (por lo menos las pequeñas), promover el gusto por la lectura y animar eventos culturales - ¿Donde está lo "especial" de este bibliotecario que lo pudiera destacar como siendo el mejor candidato a la hora de contratar a alguien? A todas luces, este perfil corre el peligro de irse diluyendo y puede hasta desaparecer como especialidad.

El bibliotecario de perfil digital que, además de comprender la función social de la biblioteca y del libro, es capaz de montar y administrar los sistemas digitales de recuperación de información, o de dirigir y orientar al grupo de ingenieros e informáticos que se encargarán de su desarrollo; que se maneja igual de bien diseminando información a través de folletos impresos o de páginas web; que no se limita a poner al servicio de los usuarios una fila de computadores con acceso Internet en un rincón de la biblioteca, sino que arma portales web con enlaces a los recursos más relevantes y útiles para sus usuarios específicos - esos y esas bibliotecarias tienen el futuro asegurado, y serán quienes puedan llevarnos al punto de reconocimiento profesional social.

¿Cómo conseguir el reconocimiento social de la profesión?

El reconocimiento de la profesión se consigue mostrando en la práctica y con autoridad que somos especialistas, insustituibles para hacer determinadas tareas de utilidad social con calidad y profesionalismo. Si queremos que nos traten como especialistas, tenemos que ser especiales. La transición del documento de papel al digital irá haciendo cada vez más clara la necesidad de elegir para qué lado nos tenemos que especializar.

La Web nos coloca frente a mayores exigencias de competencia técnica, y es nuestra competencia técnica frente a los sistemas de gestión de información lo que nos define como grupo profesional. Nuestra competencia digital tiene que reforzarse día a día y tiene que entrar con mucha fuerza en la formación de los bibliotecarios desde hoy mismo.

Sin embargo, después de haber conversado con numerosos colegas chilenos de todas las edades, y con docentes y estudiantes de las carreras de bibliotecología y ciencias de la información, y después de haber visitado numerosas bibliotecas de todos los niveles en Santiago y en la V Región, la impresión con que quedo es que nos falta mucho todavía para estar a la altura de los profesionales que las bibliotecas chilenas de hoy necesitan.

Evidentemente, soy la primera en reconocer que hay una cantidad de colegas altamente calificados y que hacen un trabajo técnico de gran calidad. Pero mi impresión es que lo son por mérito propio, porque se encantaron con ciertos aspectos de nuestra profesión y se dedicaron a especializarse por iniciativa propia antes o después de egresados, y no porque sus casas de estudio les hayan dado las bases necesarias.

El largo proceso de digitalización de las mentes

Me alarmo cuando oigo a una estudiante de bibliotecología amiga decir "no estoy ni allí con las bases de datos, yo quiero poner el libro al alcance de los niños pobres", o cuando otro me comenta que en la universidad le dijeron que el programa Winisis de la Unesco está obsoleto y que no vale la pena ni si quiera enterarse de cómo funciona. Y sobre todo me alarmo cuando me entero que a lo largo y ancho de Chile hay en este mismísimo momento centenas de encargados de CRA - bibliotecas escolares de los colegios municipalizados - gastando horas y horas en catalogar "a uña" los mismos materiales, que están recibiendo de un proyecto central del Ministerio de Educación, en vez de recibir los libros y los audiovisuales ya registrados y con marbetes, listos para colocar en los estantes al servicio de los niños y docentes, y recibir las respectivas referencias (en fichas de cartulina, o en listados, o en un CD para cargar en una base de datos local según sea el caso), o bajar las referencias de la base central del Ministerio en la Web, usando tecnologías Winisis, Webisis, Genisis, MarcoPolo o tantas otras de la familia Isis que la Unesco y una gran comunidad de colegas nuestros en todo el mundo desarrollan y ponen generosamente al alcance nuestro gratuitamente, como patrimonio intelectual de la humanidad...

Pasé 20 años como bibliotecaria en Mozambique, uno de los países más pobres del mundo. Cuando a mediados de los años noventa el uso del computador ya se había extendido a los servicios públicos por lo menos hasta el nivel de capitales provinciales, pero todavía no había Internet, con mi jefa y colega mozambicana Fernanda Cabanas, en el Centro de Documentación Agraria, empezamos a soñar con los servicios que ahora podríamos empezar a crear: En un país donde no casi no había libros, ni bibliotecas, ni bibliotecarios, podíamos escanear toda la documentación científica y técnica de agricultura - aquella producida por y para mozambicanos por el Ministerio de Agricultura y el Instituto Nacional de Investigación Agronómica, la Facultad de Veterinaria, etc. y cuyos derechos de autor eran del Estado. Esta documentación existía solamente en unos pocos ejemplares en la capital, siendo muy difíciles de conseguir. ¡Podíamos, con nuestros propios medios, organizar los documentos en formato PDF, con una interfaz amigable y un motor de búsqueda, y distribuir a las provincias bibliotecas enteras en CD, y poner así el conocimiento científico y técnico agrario relevante en manos de los técnicos provinciales! Había computadores en las sedes provinciales y distritales, y había agrónomos y agentes de extensionismo, algunos con notebooks y con paneles solares, que podrían haber llevado estas bibliotecas incluso hasta las áreas donde no había electricidad, y así tener el material de referencia a mano, para responder a las inquietudes de los campesinos. Pero nuestro sueño se frustró porque nadie nos entendió, realmente. Ni los dirigentes mozambicanos del ministerio ni los representantes de las agencias de cooperación podían imaginar cómo una cosa tan sofisticada como una biblioteca digital podía beneficiar a los campesinos analfabetos y descalzos... Y esto sucedía en medio de las grandes campañas por el alivio a la pobreza, del Banco Mundial...

Finalmente, cumplimos nuestro sueño con otro producto: la versión digital del Boletim da República, el equivalente a nuestro Diario Oficial, única fuente de toda la legislación mozambicana. Y fue ese producto, que pudimos lanzar en 1997 con una colección de facsímiles de 30 años de legislación grabada en 6 CDs, y una base de datos de 13.000 referencias de legislación en otro CD al año siguiente, que hizo con que en Mozambique naciera en las mentes el concepto del computador como centro y fuente de información. Hasta ese momento solo había sido una máquina de escribir inteligente y una plataforma de juegos.

Con la colección digital de la legislación de nuestra empresa, Pandora Box, se comprobó que la versión digital era mucho más barata que la fotocopia, mucho más liviana que los 30 volúmenes empastados de 5 kg cada uno de la edición en papel, mucho más útil para examinar en la pantalla cómodamente sentado en la oficina sin tener que ir a buscarlos a la biblioteca polvorienta del primer piso. Y mucho más fácil de imprimir a partir del Acrobat Reader, que ir a maniobrar el empastado de 5 kilos encima de la fotocopiadora. Y además, no se podía perder ningún ejemplar del Boletim, porque ahora estaban "empastados" digitalmente, ni iban a quedar sueltos y revueltos por allí cuando no hubiera bibliotecaria, porque su orden interno se mantenía intacto en el CD. Era la información organizada en bibliotecas digitales, puesta directamente en manos del usuario.

Conclusión

Entrar de lleno al mundo digital del siglo 21 no es solo una cuestión de tecnología: hay que digitalizar sobre todo las mentes y las actitudes hasta entender y convencernos de que el futuro va para allá porque es más barato, más práctico, más útil, más poderoso, más versátil, y por último más democrático, que seguir soñando con que vamos algun día a tener plata para comprar todos los hermosos libros que soñamos tener en la biblioteca física.

Algunos hermosos libros siempre vamos a tener, seguro. Y por cierto será más barato tener un juego de libritos de cuentos infantiles para leer en cursos de la básica, que tener que mantener una batería de computadores para que los niños los lean allí. Pero cuando pienso que durante años yo decía que "nadie me quitará el placer de leer un libro de papel cómodamente tirada en mi cama" - hoy me pregunto: ¿Y si la tablilla de lectura individual - el papel electrónico - baja de precio y se hace tan cómodo y agradable de leer como el papel de celulosa, no estaré yo entre los primeros que se inscriban en un club internacional del libro, bajando de la Web varios libros nuevos, flamantes por mes, el día mismo de su publicación y a un precio más barato que las ediciones de papel? El prototipo de Sony ya ha bajado a unos 300 USD, precio accesible para muchos profesionales, profesores y estudiantes universitarios de hoy. ¿No estaré yo entre los que prefieran gastar un poco en la tablilla digital y saber que están evitando la terrible contaminación ambiental que significa la producción de celulosa? Y cuando sueño que algún día podré andar con los manuales técnicos cargados en la misma tablilla, no dejaré yo feliz en casa la mochila con mis actuales 5-6 kilos de manuales de papel con que hoy me desplazo por la ciudad en mis asesorías?

Algo me dice que sí, y que para allá vamos. Pero para estar a la altura de eso, nuestros centros de formación tienen que hacer un esfuerzo para que la perspectiva del futuro inexorablemente digital de nuestra profesión cale más hondo en las mallas curriculares de hoy.
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Fuentes consultadas


Hoivik, Tord
Dype eller brede bibliotekarer? Profesjonsutvikling og strategiske veivalg. 2005.
Disponible en: http://plinius.blogspot.com/2005/06/sk-24-dype-eller-brede-bibliotekarer.html. [Consultado en 30.10.2006]

Lastet med kunnskap? Analyse av bibliotekssektoren i Norge og Danmark. 2005.
Disponible en: http://plinius.blogspot.com/2005/06/20/sk-25-lastet-med-kunnskap.html. [Consultado en 30.10.2006]

Audunson, Ragnar
Lis and the creation of a European educational space. Lecture Lisbon September 30, 2005. Disponible en: www.jbi.hio.no/bibin/euclid/lisbon-lecture.pdf . [Consultado en 30.10.2006]

Sobre la perspectiva o iniciativa de Boloña,ver las siguientes páginas:
www.dfes.gov.uk/bologna/ (Londres será la sede del próximo encuentro en 2007)

www.bologna-bergen2005.no (Bergen fué la sede del encuentro de 2005)

www.bobcatsss.nu (BOBCATSSS es el foro de los estudiantes europeos de ciencias de información y bibliotecas)

www.db.dk/Lis%2DEU/ (EUCLID - foro de los centros de formación de ciencias de Información y bibliotecas en Europa)

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